Después de ver el domingo el programa Página 2 donde hablaron de Ian Mcewan y de novelas de adolescentes, no podía dejar de escribir sobre “El señor de las moscas” y su edición ilustrada por Jorge González, con el epílogo de un excelente Ian Mcewan,
“El señor de las moscas”, es sin duda, uno de mis libros favoritos e imagino que como de muchos, uno de mis primeros libros para adultos. Ian Mcewan nos acerca su lectura desde el niño de 13 años que fue y de sus años en aquel internado de Inglaterra, “Me encontraba con las situaciones que poblaban mi imaginación y mis lecturas infantiles preferidas. Durante años había fantaseado con que, oportunamente y de manera indolora (no quería en absoluto que sufrieran), los adultos se esfumaban lo que nos obligaba a mí y a un puñado de amigos de lo más capaces a superar peligros sin que nunca se nos llamara a merendar.”
¿Quién no ha fantaseado siendo niño no necesitar adulto alguno? ¿Quién no siendo niño ha sentido que él era el adulto? ¿Y quién no fantasea siendo adulto con liberarse de todo orden y control interno establecido?
“El señor de las moscas”, es un libro que pertenece a cada época de su lectura y a cada conflicto social y personal de quien lee, un libro de recorrido simbólico en cada uno de sus personajes.
Si escogemos este recorrido para viajar a través de la adolescencia, William Golding nos muestra el desencuentro del joven, el paso del niño a adolescente, y con ello, la asunción de la propia subjetividad.
Subjetividad que se caracteriza por la emancipación de las normas y valores parentales y su resignificación en otros senderos de la ley convirtiéndolos en propios.
“El señor de las moscas” un libro para entender la frágil construcción de la subjetividad en el adolescente y como a veces, se torna en frustración, quedándose en el “todo o nada” y generándose una agresividad contra sí mismo y contra los demás que permite al adolescente construir una imagen de sí mismo fuerte y así reparar la imagen débil internalizada del otro.
“El señor de las moscas”, es sin duda, uno de mis libros favoritos e imagino que como de muchos, uno de mis primeros libros para adultos. Ian Mcewan nos acerca su lectura desde el niño de 13 años que fue y de sus años en aquel internado de Inglaterra, “Me encontraba con las situaciones que poblaban mi imaginación y mis lecturas infantiles preferidas. Durante años había fantaseado con que, oportunamente y de manera indolora (no quería en absoluto que sufrieran), los adultos se esfumaban lo que nos obligaba a mí y a un puñado de amigos de lo más capaces a superar peligros sin que nunca se nos llamara a merendar.”
¿Quién no ha fantaseado siendo niño no necesitar adulto alguno? ¿Quién no siendo niño ha sentido que él era el adulto? ¿Y quién no fantasea siendo adulto con liberarse de todo orden y control interno establecido?
“El señor de las moscas”, es un libro que pertenece a cada época de su lectura y a cada conflicto social y personal de quien lee, un libro de recorrido simbólico en cada uno de sus personajes.
Si escogemos este recorrido para viajar a través de la adolescencia, William Golding nos muestra el desencuentro del joven, el paso del niño a adolescente, y con ello, la asunción de la propia subjetividad.
Subjetividad que se caracteriza por la emancipación de las normas y valores parentales y su resignificación en otros senderos de la ley convirtiéndolos en propios.
“El señor de las moscas” un libro para entender la frágil construcción de la subjetividad en el adolescente y como a veces, se torna en frustración, quedándose en el “todo o nada” y generándose una agresividad contra sí mismo y contra los demás que permite al adolescente construir una imagen de sí mismo fuerte y así reparar la imagen débil internalizada del otro.