Hace unos días salía en el periódico “El País” un artículo titulado “La huella del orfanato en los niños adoptados”. Esta noticia muestra el aumento del interés general por la situación de los niños institucionalizados y sus consecuencias en el desarrollo a medio y largo plazo, siendo esta, una situación frágil que afectará el desarrollo psicosocial del niño. De esta manera, una buena institución puede significar un desarrollo sano, y una institución con cuidado más precario, un desarrollo menos sano.
Uno de los principales factores que hay que tener en cuenta, tanto en el desarrollo de niños institucionalizados, como en el de niños no institucionalizados, es el apego, vínculo afectivo entre cuidador y niño que se basa en la disponibilidad emocional del cuidador hacia el niño (Bowlby, 1973).
De esta manera, en un estudio llevado a cabo por la Universidad CEU San Pablo y la Universidad Complutense de Madrid, investigamos la relación que existía entre la seguridad del apego y el desarrollo de dificultades (hiperactividad, dificultades emocionales, problemas de conducta y problemas con sus iguales) y de conducta pro social (conductas de ayuda, cooperación y solidaridad) en un grupo de niños institucionalizados de la casa de acogida Cielo133, en Etiopía, comparado posteriormente con un grupo de niños no institucionalizados en España.
Los resultados de este estudio, que en breve serán publicados, mostraron, que la seguridad del apego está relacionada tanto con las dificultades como con la conducta pro social, relacionándose altas puntuaciones en seguridad del apego con altas puntuaciones en conducta pro social, y con bajas puntuaciones en dificultades.
Se puede destacar como resultados relevantes, que el tiempo de institucionalización afectó a la conducta pro social de forma negativa, pero no existió relación con una disminución del apego seguro ni con la aparición de dificultades. Además, en la posterior comparación entre ambos grupos, no hubo diferencias estadísticamente significativas, ni en dificultades, ni en conducta pro social, ni en la seguridad del apego.
Así, se puede destacar que, aunque la institucionalización no se presenta como la situación idónea de desarrollo de un niño, quizás un cuidado institucionalizado de calidad donde se cubran las necesidades afectivas del niño, funcione como factor protector para la aparición de posibles dificultades. Muestra de ello, son los resultados obtenidos, donde posiblemente una atención emocional de calidad a los niños de la casa de acogida Cielo133, haya conseguido que los niños desarrollen una seguridad del apego más que suficiente para un desarrollo sano. No obstante esta institucionalización parece que si afecta a la conducta pro social, lo que nos indica que además de una atención segura y disponible otros factores influyen en esta conducta pro social.
Por ello, es importante seguir investigando sobre los factores que afectan a esta disminución de la conducta prosocial y más importante si cabe, incidir en modelos de aprendizaje prosociales y cooperativos en las casas de acogida y en programas de postadopción.
Cristóbal Olaya Meza
Uno de los principales factores que hay que tener en cuenta, tanto en el desarrollo de niños institucionalizados, como en el de niños no institucionalizados, es el apego, vínculo afectivo entre cuidador y niño que se basa en la disponibilidad emocional del cuidador hacia el niño (Bowlby, 1973).
De esta manera, en un estudio llevado a cabo por la Universidad CEU San Pablo y la Universidad Complutense de Madrid, investigamos la relación que existía entre la seguridad del apego y el desarrollo de dificultades (hiperactividad, dificultades emocionales, problemas de conducta y problemas con sus iguales) y de conducta pro social (conductas de ayuda, cooperación y solidaridad) en un grupo de niños institucionalizados de la casa de acogida Cielo133, en Etiopía, comparado posteriormente con un grupo de niños no institucionalizados en España.
Los resultados de este estudio, que en breve serán publicados, mostraron, que la seguridad del apego está relacionada tanto con las dificultades como con la conducta pro social, relacionándose altas puntuaciones en seguridad del apego con altas puntuaciones en conducta pro social, y con bajas puntuaciones en dificultades.
Se puede destacar como resultados relevantes, que el tiempo de institucionalización afectó a la conducta pro social de forma negativa, pero no existió relación con una disminución del apego seguro ni con la aparición de dificultades. Además, en la posterior comparación entre ambos grupos, no hubo diferencias estadísticamente significativas, ni en dificultades, ni en conducta pro social, ni en la seguridad del apego.
Así, se puede destacar que, aunque la institucionalización no se presenta como la situación idónea de desarrollo de un niño, quizás un cuidado institucionalizado de calidad donde se cubran las necesidades afectivas del niño, funcione como factor protector para la aparición de posibles dificultades. Muestra de ello, son los resultados obtenidos, donde posiblemente una atención emocional de calidad a los niños de la casa de acogida Cielo133, haya conseguido que los niños desarrollen una seguridad del apego más que suficiente para un desarrollo sano. No obstante esta institucionalización parece que si afecta a la conducta pro social, lo que nos indica que además de una atención segura y disponible otros factores influyen en esta conducta pro social.
Por ello, es importante seguir investigando sobre los factores que afectan a esta disminución de la conducta prosocial y más importante si cabe, incidir en modelos de aprendizaje prosociales y cooperativos en las casas de acogida y en programas de postadopción.
Cristóbal Olaya Meza