“Abro los ojos y no sé dónde estoy, ni quién soy”
Así comienza uno de los mejores libros que he leído en los últimos meses. J. R. Moehringer, premio Pulitzer, comparte de manera brillante, la conmovedora vida de André Agassi, repleta de contradicciones, rebeldía y de una angustiante búsqueda de identidad constantemente arrebatada.
“No soy mi ropa, y, sin duda alguna, no soy mi juego. No soy nada de lo que el público cree que soy”.
Más que recomendable su lectura, por la desnudez sin prejuicios con que nos muestra lo difícil que es construirse a sí mismo, intentando calmar las voces internas que le atormentan y que le devuelven una y otra vez una imagen propia de miedo, rabia y frustración.
Recomendable por la furia, el desafío y la provocación con la que revela su adolescencia y que nos autoriza como adultos y nos da la oportunidad como psicólogos, de mirar más allá de la imagen, del cuerpo y de las palabras adolescentes y descubrir una historia que duele y atormenta, donde el cuerpo es el único que puede gritar.
“Me he rapado, me he dejado crecer las uñas, me he perforado el cuerpo, me he saltado las reglas, no he respetado las horas de llegada, he interrumpido en clase, he consumido litros y litros de whisky (…) ¿Qué rebelión me queda ya? ¿Qué nuevo pecado puedo cometer para demostrarle al mundo que no soy feliz y que quiero volver a casa?”
Recomendable por la ternura del niño, la rabia del adolescente y el dolor del adulto, que se hablan tan de cerca que a veces no se diferencian.
María Mansilla
Así comienza uno de los mejores libros que he leído en los últimos meses. J. R. Moehringer, premio Pulitzer, comparte de manera brillante, la conmovedora vida de André Agassi, repleta de contradicciones, rebeldía y de una angustiante búsqueda de identidad constantemente arrebatada.
“No soy mi ropa, y, sin duda alguna, no soy mi juego. No soy nada de lo que el público cree que soy”.
Más que recomendable su lectura, por la desnudez sin prejuicios con que nos muestra lo difícil que es construirse a sí mismo, intentando calmar las voces internas que le atormentan y que le devuelven una y otra vez una imagen propia de miedo, rabia y frustración.
Recomendable por la furia, el desafío y la provocación con la que revela su adolescencia y que nos autoriza como adultos y nos da la oportunidad como psicólogos, de mirar más allá de la imagen, del cuerpo y de las palabras adolescentes y descubrir una historia que duele y atormenta, donde el cuerpo es el único que puede gritar.
“Me he rapado, me he dejado crecer las uñas, me he perforado el cuerpo, me he saltado las reglas, no he respetado las horas de llegada, he interrumpido en clase, he consumido litros y litros de whisky (…) ¿Qué rebelión me queda ya? ¿Qué nuevo pecado puedo cometer para demostrarle al mundo que no soy feliz y que quiero volver a casa?”
Recomendable por la ternura del niño, la rabia del adolescente y el dolor del adulto, que se hablan tan de cerca que a veces no se diferencian.
María Mansilla