Ayer unos padres de un niño de 9 años, adoptado con 5 años, me decían que a veces les costaba entender que su hijo rechazara todo lo que tenía que ver con cariño y amor y en cambio parecería sentirse cómodo con el enfado.
El niño necesita del otro para sobrevivir, para construirse mentalmente, para identificarse. Es tan vulnerable, que se aferrará en la realidad a la figura de cuidador aun cuando exista abuso físico o psicológico y en la fantasía aun cuando exista un abandono. Es cuando crece y siente por parte del otro, en este caso sus padres adoptivos, amor, respeto y cuidado, cuando resignifica ese maltrato y/o abandono como un rechazo, como un no deseo de su madre biológica, sin condiciones. Esto le lleva a un dolor insoportable, por eso el amor duele. Si tú me quieres, me duele, porque eso significa que ella no me quería.